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HIDROCARBUROS

Tierra del Fuego negocia con nación la eliminación de retenciones al petróleo convencional

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El derrumbe del convencional, el traspaso a Terra Ignis y una provincia pisando el freno de forma prudente.

Por Redacción bocadepozo.com.ar

Cuando hablamos de “boom energético” en la Argentina, pocos miran hacia el extremo sur. Pero mientras la atención nacional se concentra en Vaca Muerta y los récords de producción no convencional, en la Patagonia —y particularmente en Tierra del Fuego— se está consolidando una de las mayores crisis del petróleo y gas convencional en décadas.

Según fuentes de la Secretaría de Hidrocarburos fueguina, la producción convencional hoy ronda los 10.400 barriles diarios, muy por debajo de los casi 22.000 barriles por día que la provincia producía en 2018.

Ese derrumbe se apoya en estadísticas alarmantes: durante 2025, los datos oficiales muestran caídas de más del 40 % en producción de gas, y una caída interanual de petróleo superior al 20 %. IPIEC+1

Sin embargo, lejos de resignarse al vacío energético, el gobierno provincial encabezado por Gustavo Melella firmó recientemente un convenio con YPF para que siete áreas hidrocarburíferas convencionales pasen a manos de la petrolera estatal fueguina, Terra Ignis Energía S.A., a partir del 1 de enero de 2026.

El traspaso fue celebrado por Melella como “un antes y un después para la soberanía energética fueguina”. Pero en la práctica, la provincia parece moverse con extrema cautela: aunque tiene la llave del nuevo tablero hidrocarburífero, prefiere asegurarse de los recursos, las inversiones y los apoyos antes de firmar un aval explícito al gobierno nacional.

El corazón del colapso: por qué se desplomó la producción convencional

El trasfondo de esta crisis no es particular de Tierra del Fuego. Es parte de un cambio estructural que atraviesa a toda la industria hidrocarburífera argentina. YPF, la principal empresa del país, ya anticipó su retirada de campos maduros convencionales: prevé completar la desinversión en provincias como Santa Cruz y Tierra del Fuego durante el tercer trimestre de 2025.

El argumento de la compañía es claro: reorientar su capital hacia áreas más rentables, en especial los desarrollos no convencionales (shale, tight gas / oil), principalmente ubicados en la Cuenca Neuquina.

Ese reordenamiento corporativo sacude el escenario productivo patagónico:

  • Campos maduros que alguna vez produjeron decenas de miles de barriles por día quedan sin mantenimiento, sin inversiones de recuperación, y eventualmente acaban cerrados o inactivos.
  • Los trabajadores se quedan sin empleo. Los proveedores locales pierden demanda. Las regalías provinciales caen. Las economías regionales se retraen.
  • El carácter estratégico de las provincias patagónicas para el autoabastecimiento nacional se diluye.

En ese contexto, la producción fueguina, que ya venía mostrando caídas sostenidas, registra en 2025 una producción de petróleo alrededor de 14.000 m³ en abril y gas de 122.000 Mm³, con caídas interanuales de –21,1 % y –41,4 %, respectivamente.

El colapso del convencional no es un accidente. Es la consecuencia directa de una política energética que prioriza el shale, relega lo convencional y convoca a la concentración geográfica de la producción en pocas cuencas.

Terra Ignis: esperanza, apuesta estatal… ¿pero con qué recursos?

El traspaso de áreas a la petrolera estatal provincial Terra Ignis representa hoy la apuesta de Tierra del Fuego para reactivar su industria hidrocarburífera.

El acuerdo incluye la transferencia de las áreas Los Chorrillos, Lago Fuego y las fracciones A, B, C, D y E del territorio fueguino.

Según el gobernador Melella, la cesión no solo garantiza “continuidad operativa y laboral”, sino que abre un camino hacia la soberanía energética provincial, con una empresa estatal fuerte, gestión local y una mirada de desarrollo a largo plazo.

El sindicato local de Petroleros y Gas Privado también celebró la medida, y aseguró que se preparan para reinsertar mano de obra local y mantener la actividad de los trabajadores fueguinos.

Pero hay señales de que la definición política se dilata. Melella, con perfil prudente, no se apura: prefiere asegurar recursos extra, posibles incentivos (como la reducción de retenciones) y respaldo político antes de comprometer “fuertemente” al gobierno nacional. Ese doble juego —aprovechar la cesión para ganar autonomía, sin sellar un acuerdo político amplio— convierte a Tierra del Fuego en el caso “más político y más lento en decidir”.

¿Qué significan estos movimientos para la Patagonia y para el país?

  1. Reconfiguración geográfica de la producción energética nacional
    Con YPF concentrando su producción en Vaca Muerta y otras cuencas no convencionales, la Patagonia deja de ser eje estratégico. Provincias como Neuquén y Río Negro acaparan el crecimiento, mientras Santa Cruz, Chubut, Tierra del Fuego y otras quedan relegadas.
  2. Desigualdad territorial energética
    Si el Estado no impulsa una política federal concreta, la energía se convierte en un negocio centralizado, con poca diversificación regional, aumentando la vulnerabilidad frente a fluctuaciones de precios o inversiones extranjeras.
  3. Riesgo social y empleo local
    Los cientos de trabajadores que dependían de pozos maduros verán —o ya vieron— sus empleos desaparecer. Aunque Terra Ignis promete continuidad, la magnitud real de la reconversión y su capacidad inversora es aún una incógnita.
  4. Soberanía comprometida
    Que una provincia energética dependa de decisiones de inversiones privadas en cuencas no convencionales implica ceder soberanía: la producción, las prioridades, las inversiones quedan en manos de grandes compañías —nacionales o extranjeras— con lógica de rentabilidad, no de desarrollo regional.

Tierra del Fuego apuesta a lo local. Pero el reloj corre

El acuerdo con YPF representa una decisión estratégica de la provincia: hacerse cargo de sus recursos, evitar el vaciamiento y retener empleos. Pero esa decisión —esta apuesta a lo local— no garantiza por sí sola que se revierta la crisis.

Para que Terra Ignis sea más que un nombre expectante, se necesitan inversiones significativas, contratos de exploración y explotación, financiación estatal o privada, y una planificación energética estratégica.

Mientras tanto, 2025 se perfila como otro año de declive para el convencional fueguino. Las cifras no engañan. Y el tiempo no espera.

Si no hay un plan concreto, Tierra del Fuego puede transformarse en una de las principales víctimas colaterales del cambio de paradigma energético que vive Argentina.

¿Qué observar en los próximos meses?

  • Detalle del contrato operativo final entre YPF y Tierra del Fuego / Terra Ignis: plazos, inversiones comprometidas, garantía de empleo.
  • Política nacional de retenciones: la posible eliminación de retenciones al crudo convencional podría impulsar nuevas inversiones, pero dependerá de la voluntad política del gobierno nacional.
  • Planes de exploración y desarrollo de nuevos yacimientos en la provincia: sin nuevos pozos, la cesión será solo un acto simbólico.
  • Inversión pública o pública-privada en infraestructura energética en la Patagonia: transporte, refino, distribución.

Tierra del Fuego hoy está en un limbo productivo: tiene la llave de su petróleo, pero no sabe si podrá encender la fábrica.

Lo que sucede en su suelo determinará en buena medida el mapa energético, social y territorial de la Patagonia para los próximos años.

Porque, al final, no se trata solo de barriles por día, sino de gente que trabaja, de familias que viven, de territorios que resisten.

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