ANÁLISIS Y OPINIONES
Nicolás Malinovsky: «Cualquier proyecto económico necesita de un modelo energético soberano»
El especialista en energía analizó las medidas del gobierno de Javier Milei y anticipa los próximos desafíos para la industria. «En el sector energético la libre competencia no existe», sentenció.
Nicolás Malinovsky es director del Observatorio de energía Ciencia y Tecnología, ingeniero electricista de la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC), magíster en Gestión de la Energía (UNLa), diplomado en Anticipación Estratégica y Gestión de Riesgo (UNDEF) y docente de UNPAZ.
En diálogo con Energy Report, el investigador y especialista detalló los desafíos por delante y las preocupaciones que tiene el país, luego del estrés energético que se padeció con el faltante de gas para industrias y estaciones de GNC.
Periodista: Hay preocupación por la soberanía energética, ¿qué cambió con el gobierno de Javier Milei o qué pretenden cambiar?
Nicolás Malinovsky: Tenemos que ocuparnos de toda la política en general que está llevando adelante el gobierno, ya que va en contra de los intereses del conjunto de la sociedad argentina. El sector energético no está exento a eso. Los avances y la política energética que está trabajando este nuevo gobierno es una política moldeada para las corporaciones, tanto locales como internacionales o trasnacionales, con el objetivo de que vengan y saqueen los recursos energéticos en el país. Argentina tiene grandes reservas de recursos naturales que son fundamentales para el sector energético como son: Vaca Muerta, litio, vientos y el sol para hacer hidrógeno verde. Recursos muy demandados y codiciados en este reordenamiento mundial que estamos viendo, donde, el mercado energético se está reordenando bajo el eje de transición energética.
Periodista: ¿Cómo puede impactar la ley Bases?
Nicolás Malinovsky: Veo con preocupación la nueva ley de Bases que está llevando adelante Milei, que empezó con la “Ley Ómnibus” allá por fines de diciembre, luego se llamó “Ley Combi” y ahora ley de base, que si bien, fue cambiando de nombre sigue siendo muy perjudicial porque de fondo plantea un retiro del Estado para que ingresen las corporaciones. Si leemos con atención la Ley que se aprobó con media sanción el día martes 30 de abril, justo un día antes del Día del Trabajador, que simbólico, en su capítulo 2 denominado “privatizaciones” menciona varias empresas a del Estado sujetas a privatización, entre ellas, Aerolíneas Argentinas.
También, se encuentran en éste capítulo, Energía Argentina SA (ENARSA) , una de las empresas del estado del sector energético creada en el 2004 por Néstor Kirchner, producto de la política neoliberal de la década del 90 , ya que cuando asume como presidente no tenía instrumentos jurídicos e instrumentos en el Estado para dar direccionalidad a una política energética,, que bien lo mencionaba Cristina en su discurso, durante el acto de inauguración del microestadio Presidente Néstor Kirchner en Quilmes, que en el año 1992 a raíz de la desregularización del sector energético se pasa de un modelo estatal a un modelo segmentado de negocios copiando el modelo inglés.
Periodista: En este escenario, ¿qué significa la privatización de ENARSA?
Nicolás Malinovsky: ENARSA, una de las grandes empresas del Estado en el sector energético, que posee participación en el sector de generación de energía eléctrica (termoeléctricas San Martín y Manuel Belgrano), tiene la concesión del gasoducto presidente Néstor Kirchner, estaba a cargo de la construcción de las centrales hidroeléctricas Jorge Cepernic y Néstor Kirchner en Santa Cruz, posee el 1% de las acciones de Nucleoeléctrica Argentina, empresa que administra y construye centrales nucleares en el país, es decir, que tiene varias unidades de negocio esta empresa. A raíz, de lo sucedido esta semana por la falta de gas en el país, ENARSA es una pieza clave para llevar adelante una política energética nacional con el objetivo de garantizar el autoabastecimiento energético en el país.
Entonces, que esta empresa se privatice, significa además, de que el Estado pierda un resorte fundamental para la política energética, una mayor concentración del sector energético, cabe recordar, que según Julio De Vido, cuando Nestor asumió el 80% del sector energético se encontraba privatizado y en manos de empresas trasnacionales, y en 2015, la foto era del 60% del sector en manos del Estado y el 40% en manos privadas, principalmente de capitales nacionales.
En este sentido, Cristina lo detalló muy bien en Quilmes, donde el mercado de la generación de energía eléctrica hoy se encuentra nuevamente concentrado en pocas manos, y si el Estado se retira con las pocas empresas que tiene en la participación de generación de energía eléctrica da paso al sector privado. En consecuencia, cuando el mercado queda en pocas manos, y siendo un sector donde no muchas empresas juegan, sino que son grupos empresarios concentrados, como por ejemplo: Pampa Energía, de Marcelo Mindlin, el grupo Techint, de Paolo Roca, Eurnekian, Caputo, entre otros, empresarios locales que sólo buscan la maximización de ganancias, y la población queda cautiva a la tarifa que nos quiera fijar.
Periodista: La competencia empresaria en el libre mercado, ¿puede tomarse como determinante en la baja del precio de la energía?
Nicolás Malinovsky: El tema es que en el sector energético la “libre competencia” a mi entender no existe, estamos hablando de que el sector de energía eléctrica, por ejemplo, en sus segmentos de transporte y distribución, son monopolios naturales. Cristina lo detalló muy bien, el usuario no tiene dos o más tendidos eléctricos que pasen por el frente de su casa que puedas elegir una empresa u otra, en la distribución de energía eléctrica el usuario es cautivo del distribuidor que pasa por el frente de su casa. Asimismo, en el segmento de generación el juego puede abrirse un poco más, pero termina quedando en pocas manos de grupos económicos concentrados, que suelen ser son socios o amigos y, como sucede en este sistema económico, los más grandes se van comiendo a los más pequeños, en consecuencia, caemos en un monopolio u un oligopolio que finalmente fija los precios de la energía en el país.
Actualmente, los empresarios del sector energético, demandan que se igualen los precios internos con los precios internacionales, con el objetivo de maximizar sus ganancias. Por ejemplo, en el caso de los combustibles -nafta, gasoil, etcétera- es decir, piden precios iguales a los de Estados Unidos Siendo que en Argentina los salarios son en pesos y el poder adquisitivo no es el de EE.UU.
Si analizamos la política energética del gobierno actual, vemos que está concediendo la demanda de los empresarios energéticos, pero, por otro lado, Toto Caputo, ha decidido congelar los aumentos tarifarios para el mes de mayo, dado que, sino continuarían golpeando la clase media, y además, aumentarían la inflación a que el aumento de la energía termina trasladándose a precio.
Asimismo, el gobierno emitió el decreto 465/2024 que determina la reestructuración de los regímenes de subsidios a la energía de jurisdicción nacional, e ir hacia un esquema que permita: (i) trasladar a los usuarios los costos reales de la energía; (ii) promover la eficiencia energética; y (iii) asegurar a los usuarios residenciales vulnerables, el acceso al consumo indispensable de energía eléctrica, gas por redes y gas envasado. En resumen, un tarifazo sin precedentes, más salvaje que el del gobierno de Mauricio Macri.
Periodista: ¿Quién plantea la agenda de la transición energética? ¿Qué situación puede surgir en Argentina bajo el actual gobierno?
Nicolás Malinovsky: Es importante hacernos la pregunta de ¿quién impone la agenda de transición energética en el mundo? En este sentido, es importante remarcar que el sistema capitalista está pasando de un “sistema industrial fósil” a un “sistema digital” basado en energías limpias, tal como lo denomina Lucas Aguilera en su libro “Nueva Fase”. El sistema capitalista o el propio sistema de configuración de negocios de grandes corporaciones y países dominantes, necesita dejar de contaminar en términos de emisión de gases efecto invernadero, porque el mundo que habitamos es finito, es uno solo y claramente el cambio climático, lo sufrimos a lo largo y ancho del planeta, y ahí entran responsabilidades.
Argentina emite el 1% de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial y no tienen la misma responsabilidad que tiene, por ejemplo, Estados Unidos o que ha tenido Inglaterra a lo largo del desarrollo del capitalismo, China, India, entre otros, entonces cuando vemos, en primer lugar la desproporción en términos de emisiones, claramente Argentina no tiene incidencia en esa ecuación; segundo, la transición energética en palabras sencillas es: el mundo hoy funciona con el 80% de su energía proviene de los combustibles fósiles y la transición lo que plantea es que el 80% fósil sea reemplazado por energías limpias.
En este esquema, entran a jugar las energías renovables como la eólica la solar la hidroeléctricas, y también un actor clave como la energía nuclear, que si bien es energía no renovable es energía limpia ya que no emite gases de efecto invernadero, además, el gas natural se plantea como puente a la transición. Este es el mix de fuentes energéticas para dicha transición como alternativas en el mundo.
Ahora bien, como país soberano, tenemos que plantearnos cómo realizar la descarbonización de la de la economía Argentina y considerar la transición energética como una ventana de oportunidad, que sea un vector de desarrollo científico-tecnológico e industrial con capacidad de generar entramados productivos, ecosistemas productivos, con trabajo y mano de obra altamente calificada, que al fin y al cabo este es el trabajo genuino que después termina generando ciclos virtuosos para para el conjunto del país.
Entonces, es necesario tener vigilancia en lo que planteamos en torno a la transición energética, para evitar, de esta manera, caer en una agenda de la ONU que implante en nuestro país o la región y nos direccionen la política energética obligando la compra de tal o cual tecnología. Por ejemplo, si accedemos a esos planteos de comprar “megavatios verdes”, comprando eólico y solar, solo importaríamos los parques de generación fabricados en otros países y no generaríamos ciclos virtuosos de desarrollo industrial en el país. Sólo nos quedamos con megavatio verde, que hoy en el país es la fuente de generación más cara -70 u$d/MWh aproximadamente- y además, nuestra economía sería una economía primarizada ya que detrás de estas agendas de la ONU, o las potencias mundiales, se encuentra el objetivo de que países como el nuestro sean solamente proveedores de materias primas, es decir, necesitan la reprimarización de la economía en el país a través de un modelo neoliberal extractivista, y, de esta manera, no se genera un ciclo de desarrollo de industria nacional.
En síntesis, debemos ver bajo que modelo económico y social se explotan esos recursos naturales; si los explotamos de igual manera de cómo se explotó los hidrocarburos a lo largo de la historia, claramente que el cambio climático y el cuidado del ambiente van a quedar relegadas en un proyecto de transición energética donde se dice que es “limpio”, pero detrás de dicha apariencia hay que mantener una infraestructura que claramente va en detrimento de la naturaleza y de los sectores populares, principalmente, en regiones como América Latina donde se encuentran ubicados las grandes reservas de estos minerales.
Periodista: En tu planteo es clave la energía nuclear…
Nicolás Malinovsky: En el marco de que el 31 de mayo es el día de la energía atómica, en conmemoración de la creación de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) por el General Perón, podemos decir que la energía nuclear es una pieza clave en la transición energética ya que es considerada una energía limpia debido a que no emite gases de efecto invernadero. Además, la industria nuclear es una industria industrializante por todo lo que se genera alrededor de una central nuclear y Argentina está muy bien posicionada en el mundo, de hecho, el Presidente del Organismo Internacional de Energía Atómica, que es el órgano de control a nivel mundial del sector nuclear, es el argentino Rafael Grossi.
Bajo el gobierno de Javier Milei, el sector nuclear está siendo diezmado ya que hubo recorte en su presupuesto y la empresa operadora y constructora de centrales nucleares, Nucleoeléctrica Argentina, se encuentra sujeta a privatización en la ley de bases, situación similar a la década del 90’, donde el plan nuclear se paraliza con el menemismo bajo el modelo neoliberal. El mismo, es reactivado en agosto del 2006. con el relanzamiento del plan nuclear bajo el gobierno de Kirchner junto con Julio De Vido como ministro de Planificación, que, luego se consolidó en el 2009 con la ley N° 26.566 bajo el primer gobierno de Cristina Fernández de Kichner. De esta manera se logra fortalecer nuevamente el sector nuclear, finalizando Atucha II, una obra que había sido empezada en la en la década del 80, abandonada en los 90’ y finalizada en el 2014.
A su vez en el año 2014 se inició la construcción del reactor CAREM, un reactor diseñado en el país que es de tipo modular -pequeños reactores- que es la nueva tecnología que se plantea el mundo en materia nuclear, sobre todo para los países que están empezando a sumarse a la energía nuclear, debido a que estos reactores no demandan gran inversión inicial en comparación con un reactor de gran potencia. El proyecto CAREM hoy se encuentra desfinanciado y ya hay más de 500 despidos de trabajadores pertenecientes al sector de la construcción.
El sector nuclear en la Argentina presentó a lo largo de 74 años la posibilidad de desarrollar un entorno sistémico, con capacidad de innovar en tecnología, crear conocimiento estratégico y fomentar un entramado productivo público-privado que sigue vigente en la actualidad, con posibilidades de desarrollarse posicionando al país como líder en temas nucleares en la región. De esta manera, apostar al desarrollo de la industria nuclear en el marco de la transición energética, podría generar círculos virtuosos de desarrollo industrial con generación de empleo en el país.
Periodista: ¿Es posible un desarrollo energético soberano si nos mantenemos dentro del horizonte de la mercancía?
Nicolás Malinovsky: Yo creo que sí, la energía podría dejar de ser considerada un commodity o una mercancía, pero la energía debe estar subordinada a un proyecto político y un proyecto económico soberano. Bajo este modelo económico que tiene el país, difícilmente pueda suceder esto que estamos planteando si la energía puede dejar de ser una mercancía o no. Si no pensamos que la energía, por ejemplo, es una variable para el desarrollo de la sociedad para el desarrollo humano, de hecho es un derecho humano acceder a la energía porque hoy la vida de una persona requiere agua, energía, alimentación y conectividad, son cuatro variables que hoy en el mundo del siglo 21 en el año 2024 son necesidades básicas, es decir, la energía debe ser considerada como un bien fundamental para el para el país y justamente una pata fundamental para el desarrollo y la soberanía nacional.
Cualquier proyecto económico que quisiéramos plantear necesita de un modelo energético soberano. Obviamente que para traccionar, se debe entender que existe una disputa de intereses, y que es la política la que tiene que generar y ampliar los marcos de posibilidad para que el acceso y control de la energía sea una cuestión soberana, porque si dejamos el sector energético a merced del mercado, esto que plantea Milei, los sectores del mercado quieren hacer negocios, van a venir y se van a querer llevar todos nuestros recursos energéticos que no son menores, decíamos del litio, pero también tenemos Vaca Muerta, que es la segunda reserva de gas no convencional del planeta y la cuarta en petróleo no convencional.
En un mundo que está requiriendo una demanda de energía fuertemente, Vaca Muerta toma un valor estratégico en este mundo donde existen conflictos bélicos por la disputa energética, como por ejemplo, Rusia-Ucrania, Medio Oriente, África, entre otros. Nuestro país al no tener conflictos bélicos, se vuelve codiciado por las potencias de occidente.
Periodista: ¿Qué esperas a futuro para el sector energético?
Nicolás Malinovsky: La energía está haciendo una disputa a nivel global y Argentina no está exenta. El sector energético en el país va a ser uno de los grandes sectores que permitan ingresar divisas, es decir, está camino a convertirse en la nueva “pampa húmeda”. Es por ello, que vemos una disputa de intereses muy grande en torno al control y explotación de los recursos naturales, principalmente hidrocarburos y litio, necesarios para llevar adelante la transición energética global. A modo de ejemplo, Elon Musk ha declarado que el litio – principal elemento de las baterías de los automóviles Tesla- es “el nuevo petróleo”. El presidente Milei, en una entrevista televisiva semanas después de asumir el cargo, dijo: “Elon Musk me llamó. Está muy interesado en el litio». Cabe preguntarnos si ¿el Régimen de Incentivos de Grandes Inversiones (RIGI) no está hecho a medida de empresas como Tesla?
A modo de cierre, creo que la discusión en nuestro país para los años que vienen, va a estar en torno a si abordamos una transición energética como mero proveedor de materias primas y comprador de tecnologías “llave en mano” o como vector de desarrollo que debe optimizar las capacidades territoriales, productivas y tecnológicas.
Fuente: ambito.com
Por:bocadepozo