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EMPRESAS

Tarifas: Edesur dice que su situación es «insostenible».

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Edesur perdió casi $15.000 millones, contra $5000 millones de hace un año. Sus ingresos cayeron 20%, en términos reales, y urge «una pronta solución del Gobierno». 

El caso de Edesur sirve para graficar la grave situación que atraviesan las empresas dedicadas a la provisión de luz a más de seis millones de personas en el ámbito de la Capital Federal y gran parte de la provincia de Buenos Aires. Es que las distribuidoras de electricidad siguen acumulando problemas financieros y no logran revertir el escenario de fuertes pérdidas que vienen soportando desde hace ya varios años.

Las razones que justifican semejante deterioro de las cuentas suelen ser las mismas: tarifas congeladas, aumentos insuficientes, gastos creciente, inflación, devaluación y, en el último año, las medidas sanitarias y restricciones impuestas para combatir la pandemia del Covid-19.

La compañía acumula estados contables que, desde el 2010, reflejan nada más que 3 períodos positivos y otros 7 negativos. Con una importante salvedad vinculada al balance del 2019, cuando informó ganancias por $12.600 millones pero que reflejó un asiento contable vinculado al intercambio de deudas cruzadas con el Estado nacional que le permitió evidenciar en ese balance un elevado nivel de rentabilidad.

Es más, en lo que va del año, la compañía propiedad del grupo italiano Enel acumula una pérdida de $14.836 millones, lo cual representa un incremento del 180% contra los $5.326 millones que perdió en igual período del 2020, durante la pandemia del Covid-19.

Es decir, entre enero y septiembre pasado, Edesur acumula un rojo mensual de $1.648 millones, o $494 millones por día, que también representan una pérdida de $2,3 millones por hora

Una bomba de tiempo que el Gobierno no parece estar dispuesto a desactivar si se analizan las medidas tomadas hasta ahora mediante las cuales solamente se abrió el cepo tarifario para otorgar un retoque menor al 10% luego de dos años y medio de congelamiento, contra una inflación acumulada del 100% desde la última revisión tarifaria del 2018.

La empresa debe además financiar costos de obras y mantenimiento que no dejan de aumentar, así como los gastos de materiales, contratos con terceros y las subas salariales pactadas con el gremio del sector.

En este marco, los ingresos de Edesur durante los primeros nueve meses del 2021 cayeron un 20%, pasando de los $70.000 millones del año pasado a lo $55.776 millones del actual período.

Pese a ello, Claudio Cunha, Country Manager de Enel en Argentina, enfatizó que el nivel de inversiones la compañía se mantiene y se incrementaron en un 20% «lo cual permitió que en el invierno hayamos mejorado el tiempo medio de atención en un 25% para los cortes de baja tensión«.

Sin embargo, según publica el sitio ‘iProfesional’, el ejecutivo advirtió que la situación económica de la empresa «es insostenible y requiere una pronta solución por parte del Gobierno«.

Es que a pesar de la entrada en vigencia de la Resolución ENREN° 106/2021, que aprobó un aumento promedio del 9% en el cuadro tarifario de Edesur a partir de mayo pasado, las cuentas no cierran, la caja se achica, la deuda se incrementa y el escenario futuro se torna cada vez más incierto, en un marco de relaciones con las autoridades nacionales que no atraviesa por un buen momento y suma reclamos por parte de sectores kirchneristas para anular la concesión.

En efecto, la suba tarifaria dispuesta se tradujo en un incremento del valor agregado de distribución (VAD) del 21,8%, que no resultó suficiente para revertir la caída de los ingresos, y en el traspaso a tarifa de las variaciones en el precio estacional que estaba pendiente.

Desde Edesur recuerdan asimismo, que la Resolución ENRE N° 263/2021 estableció nuevos cuadros tarifarios con aplicación a partir del 1° de agosto pasado que solo modifican el precio estacional estabilizado para los grandes usuarios con demandas mayores a 300 kW. Para la empresa, significó un aumento en la tarifa media del 3,1% sin producir cambios en el VAD.

En el caso del EBITDA acumula en los primeros nueve meses una ganancia de $820 millones mientras que el resultado operativo (EBIT) se vio afectado por la caída registrada en los ingresos y por mayores costos por depreciaciones producto de las mejoras en las inversiones realizadas que llegaron a los $12.131 millones contra los $ 9.435 millones del año pasado, lo cual representa un incremento del 29%.

Del mismo modo, la demanda acumulada de energía eléctrica en el área de concesión de Edesur aumentó 3,1% con respecto a igual período del 2020, alcanzando 15.520 GWh.

Analizando la demanda por tipo de usuario, se evidencia que la residencial registró un incremento del 2,7%, mientras que los consumos intermedios (sector comercial), sufrieron una caída del 6,8% debido al fuerte impacto de la pandemia y el contexto macroeconómico.

A su vez, el consumo de las grandes demandas (Demanda No Residencial mayor o igual a 300 kW) ha presentado un notorio incremento del orden del 37% con respecto al mismo período del año anterior.

En cuanto a las ventas de energía llegaron a los 12.406 GWh y tuvieron un incremento del 3% con respecto a igual período del 2020 cuando fueron de 12.022 GWh, debido a que no estuvieron vigentes las mismas restricciones de confinamiento por pandemia del año pasado, situación que permitió una lenta recuperación del consumo, principalmente en el sector industrial.

La cantidad de clientes aumentó 1%, debido al crecimiento de los de tarifa T1 – pequeñas demandas de uso residencial, mientras que las pérdidas de energía acumuladas en los últimos 12 meses se mantuvieron en el 18,4%.

«Después de dos años de congelamiento de tarifas, el ajuste del 9% recibido resulta insuficiente para mantener la calidad de servicio que nuestros clientes y que el desarrollo de la economía del país necesitan«, advirtió el ejecutivo.

De todos modos aclaró que «los accionistas de Edesur seguimos acompañando, pero necesitamos que se avance en una solución definitiva, ya sea vía subsidio o tarifa».

 El panorama de la compañía es incierto, teniendo en cuenta su complicada situación financiera y comercial que ha venido sufriendo en la última década y que es mayormente producto del congelamiento de los precios de la tarifa impuesto por los gobiernos de Cristina Kirchner, Mauricio Macri y Alberto Fernández

Advertencia por los subsidios:

El dilema de los subsidios es que tal como afirmó recientemente Daniel Gerold, presidente y fundador de la consultora G&G Energy, durante la conferencia virtual organizada por el IAPG y AMCHAM Argentina, «si no hay incrementos tarifarios de gas y electricidad, los subsidios que deberá afrontar el Estado rondarán los US$16.000 millones en 2022«.

Con especial foco en los subsidios a los consumidores de energía, según publicó el sitio ‘EconoJournal’, dijo: «Se cobran tarifas de gas y electricidad a un precio muy inferior al que deberían tener. Lo mismo ocurre con los combustibles y en este caso a costa no del Estado, sino de las empresas productoras«.

En la misma línea, Gerold manifestó que «hablar de subsidios a las empresas es un error conceptual porque a las compañías no se les permite facturar a las distribuidoras o los consumidores finales a los precios que corresponde. Como los precios que autoriza el gobierno son bajos, no hay más alternativa que otorgar contribuciones, de lo contrario no habría inversión ni suministro. Así, si no hay incrementos tarifarios de gas y electricidad, los subsidios que deberá afrontar el Estado rondarán los US$16.000 millones en 2022, y esto constituye un problema macroeconómico mayúsculo«.

«Con los precios congelados en un contexto de devaluación y de fuerte incremento de los precios internacionales, hay menos dinero destinado a la inversión para la actividad petrolera en el país y tampoco hay interés desde el exterior: ¿por qué las empresas habrían de invertir en un país donde el petróleo vale US$55, un 35% menos de lo que vale en Colombia o Brasil por ejemplo?«, sentenció Daniel Gerold.

En cuanto a los combustibles, el expositor indicó que «hay un error en la estimación que figura en el Presupuesto 2022 respecto de lo que serán las cantidades a importar en el invierno y los precios van a ser sustancialmente más elevados. Si este año el precio promedio del LNG fue de US$8,40 por millón de BTU, los mercados financieros prevén un precio futuro de US$18,70 para el gas natural licuado«.

Ley de Hidrocarburos

Tras cuestionar el congelamiento de las tarifas y los precios de los combustibles por el desaliento que genera en la inversión, se refirió también a los puntos débiles del proyecto de Ley de Hidrocarburos.

«Los precios internos no se regirán por ninguna regla y habrá mucha incertidumbre ante las devaluaciones», dijo el consultor y ejemplificó: «Como operador tengo que mantener mi producción que el año anterior fue de 100, pero ahora tengo 80, con lo cual debo invertir 30 más para llegar a 110. De esos 10 adicionales sólo puedo exportar 2 y retener los dólares de 1. Claramente esto no es equilibrado«.

En sintonía, Gerold consideró que la Ley de Hidrocarburos es compleja y tiene características positivas, pero «no va a generar una corriente general de inversión. A quienes ya están invirtiendo la iniciativa les permitirá optimizar su actividad, pero no más que eso porque la clave está siempre en la necesidad de unificar los precios internos con los precios internacionales«.

Por último, el especialista apuntó que «el proyecto falla a la hora de reconocer la esencia de la inversión petrolera a nivel global y no contempla que si se exportan hidrocarburos durante todo el año es posible generar US$4000 millones adicionales, únicamente con inversiones en perforación«.

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