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ANÁLISIS Y OPINIONES

«La entrega del patrimonio nuclear argentino es un curro atómico de Caputo y su banda»

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El gobierno de Javier Milei confirmó la privatización parcial de Nucleoeléctrica Argentina S.A. (NASA), la empresa estatal que opera Atucha I, Atucha II y Embalse. Lo presentan como “apertura al capital privado”, pero en realidad se trata de una estafa planificada: convertir en dólares de fuga un patrimonio estratégico construido por generaciones de argentinos.

Argentina no parte de cero. Tenemos 70 años de desarrollo nuclear estatal, con tres centrales que producen el 7% de la electricidad nacional, el reactor modular CAREM de diseño nacional, yacimientos de uranio y empresas como INVAP, que exportan tecnología de punta al mundo. NASA, además, es superavitaria: genera energía firme, limpia y barata.

«Permitir que Caputo y su banda tengan éxito, deberíamos pensar en un juzgamiento por crímenes de Lesa Patria, compatible con el terrorismo financiero y vaciamiento planificado»

Privatizar NASA no es una política energética: es el proyecto del ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, de rifar activos estratégicos para hacer caja inmediata. El mismo que endeudó al país en 2018 hoy pretende consumar un nuevo saqueo. Si lo nuclear se vende para financiar la fuga, lo que queda es un “curro atómico”: dólares para unos pocos, dependencia y miseria para la mayoría.

El contraste internacional es claro: Francia, China y Rusia mantienen control estatal de lo nuclear porque saben que es estratégico. Solo en Argentina un gobierno plantea desprenderse de un sistema que funciona, que da prestigio global y que nos asegura autonomía tecnológica.

Mientras subsidia con miles de millones a petroleras y mantiene empresas estatales para importar gas, Milei entrega lo único que nos garantiza futuro: la energía nuclear. No es ideología: es entrega planificada.

La consigna es clara: la energía nuclear no se vende, se defiende. NASA, la CNEA e INVAP son #soberanía, #ciencia, #salud, #trabajo y #orgullo argentino. Permitir que Caputo concrete este “curro atómico” sería un crimen de lesa patria.

Lo que Argentina tiene: poder, ciencia y soberanía

  1. Generación energética firme y estratégica
    Las centrales nucleares administradas por NASA aportan cerca de 1.763 MW, lo que corresponde a alrededor del 7 % de la electricidad consumida en el país.
    Esa porción puede sonar pequeña al lado de las hidroeléctricas o termoeléctricas, pero es justamente lo firme, lo que no depende de gas importado ni de variabilidad climática, lo que aporta estabilidad al sistema eléctrico. Privatizar parte de eso supone ceder una palanca clave en decisiones de país.
  2. Un patrimonio tecnológico con INVAP y la CNEA
    INVAP es un orgullo nacional: ha desarrollado reactores de investigación que se exportan, plantas de radioisótopos, tecnología espacial, radares, etc.
    Proyectos como el reactor multipropósito RA-10 fortalecen nuestra capacidad para medicina nuclear, investigación, desarrollo científico, seguridad sanitaria, innovación. No es solo energía: es ciencia, salud, empleo calificado.
  3. Recursos minerales propios, reservas de uranio
    Según información reciente de la Secretaría de Minería, Argentina tiene aproximadamente 36.483 toneladas en recursos de uranio.
    Destacan los proyectos de Amarillo Grande, Cerro Solo y Sierra Pintada. Tener ese insumo estratégico en suelo argentino no es un dato menor: permite autonomía, controla el riesgo de depender del mercado internacional y de precios que se disparan cuando hay crisis geopolítica.
  4. Empresa estatal con superávit
    NASA no es un peso muerto ni una carga presupuestaria. Es una de las pocas empresas del Estado que arroja resultados positivos.
    Que una empresa estratégica, energética y científica sea rentable no puede ser argumento para rifarla, es solo argumento para entregarla a amigos del ministro de economía: al contrario, es la prueba de que el modelo estatal sólo necesita voluntad política para sostenerse.

Lo que se pierde: riesgos reales y consecuencias gravísimas

  • Pérdida de control sobre tarifas y seguridad energética: Un privado prioriza retorno de inversión. ¿Quién garantiza que no habrá aumento de tarifas nucleares, que la operación cumpla con estándares de seguridad nuclear, que las decisiones se ajusten al interés nacional y no al financiero?
  • Destrucción gradual del conocimiento local: Cuando la gestión, la propiedad y los beneficios pasan al sector privado, muchas decisiones se toman fuera del país, muchas partes de la cadena tecnológica se dependen de importaciones, se pierde la capacidad de innovar.
  • Riesgo para la salud pública: Medicina nuclear, producción de radioisótopos, tratamientos contra el cáncer, diagnósticos de alta precisión. Todo esto depende de reactores, de investigación local, de accesos controlados, seguros y asequibles.
  • Dependencia externa: Si dejamos de controlar producción, operación y recursos, dependeremos de combustibles importados, tecnología extranjera, contratos internacionales. En un mundo inestable, eso es conceder nuestra libertad energética a terceros.
  • Entregas irreversibles: Una vez vendida la propiedad, cedido el control, difícilmente volveremos atrás. Las concesiones privadas suelen ser duraderas, con cláusulas que traban la reversibilidad.

Argumentos oficiales vs realidad

El gobierno argumenta que la privatización parcial permitirá atraer inversión privada para proyectos estratégicos: extensión de vida de Atucha I, almacenamiento de elementos combustibles gastados, etc.

Pero ello plantea preguntas:

  • ¿Cuál será el precio real del retorno de esa inversión privada? ¿Qué condiciones instalarán los privados?
  • ¿Cuántos beneficios se quedarán en Argentina?
  • ¿Cuánta transparencia habrá en los contratos?
  • ¿Se mantendrá el acceso estatal a la tecnología, la capacidad de decisión soberana?

La soberanía no se vende

Privatizar parte de Nucleoeléctrica Argentina no es simplemente vender acciones: es poner en jaque la soberanía energética, científica y tecnológica de todo un país.

Lo que está en juego no es solo un balance fiscal; es qué tipo de país queremos ser: uno dependiente, que vende lo que construyó con sudor, o uno que mantiene sus capacidades, controla sus recursos, ejerce su derecho a un futuro propio.

«Por eso, es urgente pedirle al congreso de la Nación que frene esta verdadera locura»

  • Que se declare estratégica la industria nuclear, como bien público esencial, protegido por la ley.
  • Que se rechacen las privatizaciones que comprometen soberanía y que se exijan garantías de inversión pública, mantenimiento del know-how, protección de empleos calificados.
  • Que el Estado intacto mantenga el control sobre áreas críticas: generación nuclear, investigación, recursos de uranio, producción de elementos combustibles, salud nuclear.

La soberanía energética no es un lujo: es condición para el desarrollo autónomo, para proteger la patria, para construir futuro. Privatizar lo nuclear es hipotecar ese futuro y Nunca debe permitirse.

Moisés Solorza – Director de www.bocadepozo.com.ar

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