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ANÁLISIS Y OPINIONES

Editorial: «El Objetivo de los Estados Unidos es apoderarse de los recursos estratégicos Argentinos y Milei se los facilita servilmente»

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Desde el comienzo del conflicto entre Ucrania y Rusia, he señalado que este conflicto tiene un trasfondo energético. Se trata de la lucha por el control del liderazgo en la producción, transporte y distribución de energía hacia Europa, en la que Estados Unidos busca afianzarse. Es por ello que se atentó contra los gasoductos Nord Stream 1 y 2, y además, Washington impulsa y financia a los opositores en Venezuela y en otros países de América Latina con recursos estratégicos como gas, petróleo y minerales, con el objetivo de evitar el uso de sus propias reservas.

Por: Moisés Solorza

No es ninguna novedad la que expreso cuando hablamos de la puja por los liderazgos en el mercado mundial de Gas, petróleo, Litio o minerales raros, sin dejar de mencionar combustibles y energía en general. Es por eso que los Estados Unidos busque cualquier oportunidad de apropiación de estos recursos que antes buscaban en medio oriente con «otras técnicas» pero con la misma lógica.

Los mercados del GNL (Gas Natural Licuado) es uno de esos elementos estratégicos que los Estados Unidos promueven entre las empresas radicadas en la Argentina para poder abastecer la demanda y por eso fomentan los convenios de cooperación con un gobierno que entrega con admiración servil los recursos argentinos con un esquema de exportaciones sin condicionamientos y con ventajas inexplicables como el RIGI.

El objetivo de los Estados Unidos también es fortalecer el sector y construir, fomentar las plantas y desarrollos mineros de todos esos recursos, los incentivos con la «Excusa» para promover esas inversiones en la Argentina, pero no para pensar en el Mercado Nacional o abaratar costos internos para la competitividad de la Industria nacional en el mundo. No está destinado a incentivar el consumo interno a precios competitivos para la reindustrialización nacional, generar empleo de calidad y desarrollar agregándole valor agregado a los recursos primarios.

Las regulaciones internas en Estados Unidos, orientadas al proteccionismo local por ejemplo del Mercado del GNL y tierras raras, impulsan a las grandes corporaciones a buscar regiones como Sudamérica, donde encuentran condiciones más favorables para la exportación y maximización de ganancias. Estas empresas colocan su capital en estos lugares bajo la recurrente justificación de «generar empleo local», aunque en realidad buscan la primarización y canibalización de recursos, maximización de utilidades y flexibilidad para dejar pasivos ambientales muchas veces insalvables.

El objetivo estratégico de la Casa Blanca, incluso en medio de un proceso electoral, es desplazar a Rusia como principal proveedor de hidrocarburos a Europa y apropiarse de ese lucrativo mercado. Este enfoque, ya presente durante la administración de Donald Trump, llevó a críticas abiertas hacia la UE, en particular contra Alemania, por su dependencia del gas ruso. Aunque presentado como un esfuerzo por reforzar la seguridad energética europea, en realidad buscaba imponer a los consumidores de la región el costoso gas natural licuado (GNL) proveniente de empresas estadounidenses.

Para afianzar la estrategia del «cambio de dependencia» entre el gas ruso y el estadounidense, era fundamental desmantelar la infraestructura de suministro desde Rusia. En este contexto, se llevaron a cabo los ataques contra los dos gasoductos clave para el abastecimiento de Europa: el Nord Stream 1 y 2.

Desde una perspectiva estratégica, el gas suministrado por los gasoductos del Mar Báltico resulta menos competitivo en términos económicos frente al que llega a Europa por tuberías terrestres. Para garantizar la primacía del gas estadounidense en el mercado europeo, se han implementado medidas drásticas que han inutilizado varios gasoductos clave. El suministro ruso ya no puede fluir a través de la línea que cruza Polonia, ni por los gasoductos Nord Stream 1 y Nord Stream 2, ambos fuera de servicio tras los ataques de 2022. No obstante, aún permanecen operativas las rutas de suministro a través de Ucrania y el gasoducto «Turkish Stream», destinado al sudeste europeo.

La necesidad de Estados Unidos de asegurar su presencia en el mercado energético europeo, especialmente tras las tensiones con Rusia, ha impulsado una estrategia de diversificación de fuentes de energía. Ante la interrupción de suministros clave como los gasoductos Nord Stream 1 y 2, y el aumento de la competencia en la región, Washington ha buscado consolidar su acceso a recursos energéticos en América Latina, donde existen reservas estratégicas que pueden complementar su oferta de gas natural licuado (GNL) y petróleo.

  1. Venezuela: A pesar de las tensiones políticas entre Washington y Caracas, Venezuela sigue siendo un actor clave por sus vastas reservas de petróleo, las más grandes del mundo. La posibilidad de reintegrar al país al mercado global de energía, bajo ciertas condiciones, le permitiría a Estados Unidos asegurarse un suministro estable de crudo, diversificando su portafolio energético y reduciendo la presión sobre sus propias reservas estratégicas.
  2. Argentina: La región de Vaca Muerta en Argentina es uno de los yacimientos de gas no convencional más grandes del mundo. Estados Unidos tiene un interés en la explotación de este recurso como una fuente adicional de GNL para Europa. La cooperación energética con Argentina no solo refuerza los lazos económicos, sino que también le ofrece a Washington un aliado en el Cono Sur con acceso a reservas importantes de hidrocarburos.
  3. Brasil: Brasil es un jugador clave en la producción de petróleo, especialmente en sus yacimientos offshore. Su capacidad de producción y exportación de petróleo lo convierte en un socio estratégico para Estados Unidos en su objetivo de consolidar fuentes de suministro energéticas seguras y fiables. La inversión en la infraestructura energética brasileña también puede ser una herramienta para contrarrestar la influencia de China y Rusia en la región.
  4. Bolivia: Bolivia posee grandes reservas de gas natural, y aunque su capacidad de exportación es limitada en comparación con otros países, sigue siendo una pieza importante en la estrategia energética regional. La infraestructura de exportación de gas boliviano podría expandirse, y Estados Unidos podría ver en ello una oportunidad para garantizar un suministro adicional de gas a corto y mediano plazo, fortaleciendo así su presencia en América del Sur.

En conjunto, estos países representan una fuente crucial de recursos energéticos y recursos estratégicos que puede ayudar a Estados Unidos a mantener su liderazgo en el mercado global de energía, ofreciendo alternativas a Europa mientras se reduce la dependencia de suministros rusos. El acceso a estas reservas también permitiría a Estados Unidos reforzar su influencia geopolítica en América Latina, garantizando que la región permanezca dentro de su esfera de influencia en el contexto de una creciente competencia global por los recursos estratégicos.

Para que Estados Unidos logre abastecer de manera exitosa a Europa con recursos críticos y estratégicos, como el gas, el petróleo y el gas natural licuado (GNL), resulta esencial no solo asegurar el acceso a las reservas energéticas de países clave en América Latina, sino también ejercer una influencia decisiva en las políticas internas de estos países.

La intervención en los procesos políticos locales se convierte en una herramienta fundamental para crear un entorno favorable que permita el control de los recursos en mejores condiciones, tanto económicas como políticas y la Argentina que preside Javier MIlei no tan solo los ofrece con condiciones «flexibles» para las provincias, sino que pretende casi un «saqueo».

  1. Presión sobre gobiernos: Para garantizar el acceso a las reservas energéticas, Estados Unidos debe establecer relaciones estrechas con los gobiernos en el poder, ofreciendo incentivos económicos o utilizando la diplomacia coercitiva. Esto implica presionar a los líderes nacionales para que adopten políticas que favorezcan la inversión extranjera, particularmente de empresas estadounidenses, y que reduzcan barreras regulatorias o fiscales que podrían obstaculizar la explotación de recursos.
  2. Influencia sobre la oposición: En paralelo, Estados Unidos necesita influenciar a los actores opositores en estos países para que, en caso de un cambio de gobierno, los intereses energéticos estadounidenses no se vean amenazados. Esta influencia toma la forma de financiamiento a partidos políticos afines, apoyo mediático a figuras opositoras, o incluso la facilitación de cambios de régimen que favorezcan una mayor apertura a las corporaciones estadounidenses.
  3. Fomento de inestabilidad interna: En situaciones donde los gobiernos son adversos a los intereses de Estados Unidos, fomentan la inestabilidad interna se convierte en una estrategia posible. Esto incluye el apoyo a movimientos de protesta o rebeliones internas que desafíen al gobierno en turno. La idea es generar una crisis que facilite un cambio político más alineado con los intereses estratégicos de Estados Unidos. Históricamente, esta táctica ha sido utilizada para debilitar gobiernos que se oponen a la influencia extranjera y para asegurar que los recursos energéticos se mantengan bajo control favorable.
  4. Manipulación de narrativas sobre seguridad energética: Un componente clave es construir la narrativa de que la intervención de Estados Unidos en los mercados energéticos de América Latina es esencial para la seguridad energética global. Esta narrativa puede ser utilizada para justificar la presión política y la intervención, ya sea directa o indirecta, en los asuntos internos de estos países, presentando las acciones de Estados Unidos como necesarias para estabilizar el suministro de energía a Europa.

En resumen, para que Estados Unidos logre su objetivo de dominar el suministro energético a Europa, es fundamental que ejerza una influencia significativa en la política interna de países como Venezuela, Argentina, Brasil y Bolivia. Esto incluye la presión sobre gobiernos actuales, el apoyo a la oposición y el fomento de inestabilidad cuando sea necesario, todo con el fin de asegurar que los recursos estratégicos se mantengan bajo un control favorable a los intereses estadounidenses. Esta estrategia, aunque compleja y en ocasiones controvertida, se presenta como necesaria en un contexto de competencia global por el dominio de los recursos energéticos, según su lógica imperialista claro está.

Por ello, que los países latinoamericanos, y en particular Argentina, están siendo objeto de una intensificación de las políticas intervencionistas de Estados Unidos, que busca acelerar la apropiación de estos recursos estratégicos. Este proceso va de la mano con la promoción de administraciones locales como las que ofrece la administración de Javier Milei, sumisas cipayas y entreguistas, carentes de autonomía soberana en la protección de dichos recursos para el desarrollo nacional.

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