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SOBERANÍA

Los motivos detrás de la instalación del radar británico en Tierra del Fuego (Imperdible)

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A mediados de junio, Radar Internacional presentó una hipótesis sobre el posible uso dual, civil y militar, de un radar instalando en Tierra del Fuego por la empresa norteamericana Leolabs a través de dos subsidiarias británicas. Tras una investigación encabezada por Agenda Malvinas, el Ministro de Defensa de la Nación pidió la suspensión definitiva de la operatividad del radar por la empresa Leolabs Argentina S.R.L. *Por Nicolás Promanzio

Es en este contexto en el que vuelve a surgir la pregunta, ¿Por qué instalar un radar en Tierra del Fuego? ¿Cuál es el verdadero interés en este movimiento?

Para responder a estas preguntas, es importante primero repasar un poco la historia. Desde la Segunda Guerra Mundial hasta la caída del Muro de Berlín, la configuración del poder en el sistema internacional se caracterizó por la existencia de dos ejes opuestos y transversales a todos los ámbitos: Estados Unidos y la Unión Soviética. A este mundo se lo denomina mundo bipolar, puesto que existen dos polos contrapuestos con visiones, instituciones, economías, idiosincrasias, culturas y sociedades muy distintas. A la disputa de poder entre estos dos sistemas se lo llamo Guerra Fría.

Hablando en el plano militar, el elemento fundamental que irrumpió en la dinámica del sistema internacional durante la posguerra fue el arma nuclear. Bajo la mirada realista de las relaciones internacionales, esto fue sin duda un game-changer (cambio de juego) en la dinámica en la que los países se relacionan entre sí. Estas armas nucleares llevaron, durante la Guerra Fría, a la lógica del MAD o Destrucción Mutua Asegurada. Brevemente, esta lógica significaba que estaba asegurado que ambas superpotencias se destruirían mutuamente con el uso de armamento nuclear en caso de estallar una guerra entre ellas.

Esto también fue un rasgo disuasivo, puesto que esta lógica fue la que hizo que nunca se diera un conflicto bélico abierto entre Estados Unidos y la Unión Soviética.

Volviendo al tema de los radares, durante la segunda mitad del siglo XX se comenzaron a utilizar los ICBM misiles balísticos intercontinentales. Estos misiles balísticos intercontinentales tienen la capacidad de alcanzar blancos hasta a más de 10.000 kilómetros, usando una trayectoria balística que implica un importante ascenso a más de 100km de altura, incluyendo trayectorias suborbitales y hasta orbitales, para luego reingresar sobre el objetivo. Al volar a esta enorme altitud, los radares desarrollados en ese entonces podían detectar, seguir y facilitar el derribo de los misiles.

Bajo esta lógica de ataque, Estados Unidos podía ser atacada principalmente desde el norte y oeste al estar la amenaza soviética sobre esa proyección. Esto significó que tanto Estados Unidos como Canadá en 1958 fundaran en conjunto el NORAD (North American Air Defense Command), desarrollando la capacidad de detección de los misiles balísticos intercontinentales de manera temprana para poder facilitar la prevención de cualquier ataque soviético.

Irrupción de los misiles hipersónicos

Continuando en el plano militar, una nueva tecnología volvió a irrumpir en cómo los Estados perciben el peligro de otros Estados. Me refiero a que Rusia, y posteriormente China, desarrollaran su nuevo misil hipersónico en los últimos años, una tecnología que puso en jaque el sistema de defensa antimisiles norteamericano.

A diferencia de los misiles balísticos intercontinentales, los nuevos misiles hipersónicos no necesitan ascender a alturas orbitales para alcanzar su objetivo, sino que tienen la característica de poder “planear” a entre 25 y 50km de altura, permitiéndole dar varias vueltas alrededor del planeta. A su vez, los ICBM tienen una trayectoria lineal mientras que los misiles hipersónicos pueden cambiar de rumbo y objetivo una vez lanzado el misil.

En cuanto a velocidad, los misiles hipersónicos vuelan a una velocidad superior a la del sonido (Mach 5). A pesar de no existir información pública concreta sobre estos, en el caso del Kh-47M2 Kinzhal ruso se estima que alcanza Mach 10, lo que serían alrededor de 12.000km/h. Según lo consultado a expertos en la materia, el combustible de este misil es una suerte de “gel” que permite alcanzar esta estrepitosa velocidad sin levantar el calor suficiente para desintegrar el misil en el intento. Este “gel” usado como combustible es lo que los estadounidenses todavía no pueden descifrar como hacer exactamente.

Teniendo en cuenta todo lo desarrollado sobre el sistema de defensa antimisiles norteamericano, diseñado para monitorear las rutas de vuelo balísticas lineales, estas nuevas armas hipersónicas podrían vulnerar estos sistemas y eso ha encendido una alarma en las principales potencias occidentales puesto que la detección del misil sería considerablemente más tardía y por ello implicar un peligro mucho mayor. Además, el poder dar vueltas alrededor del mundo implica que el misil puede venir desde cualquier lado, y ahí entra en juego Argentina.

Sin lugar a duda, Argentina en este aspecto juega un rol geopolítico fundamental. En caso de utilizarse estos misiles, un radar en Tierra del Fuego permitiría la detección temprana de un misil proyectado a atacar Estados Unidos desde el sur. Además, esta estación se convertiría en un objetivo militar en caso de un conflicto bélico mundial.

Existen otros aspectos de interés militar en un radar que mira la LEO u Órbita Terrestre Baja. En el conflicto actual entre Rusia y Ucrania, el uso de drones en carácter masivo se ha implementado por ambos países beligerantes. En el caso ucraniano, toda la interconexión de estos drones para poder utilizarlos eficientemente se está llevando a cabo con el aporte de Starlink, una empresa privada de Elon Musk que ha puesto en la Órbita Terrestre Baja más de 3.000 satélites. Esto es otro leading case más de cómo una órbita que estaba prácticamente en desuso pasó, en menos de 10 años, a convertirse en un espacio clave de la disputa geopolítica de las grandes potencias.

Frente a esta situación, el Estado Argentino debe dejar en claro cuales serán los criterios. Hoy, el gobierno ha suspendido la autorización para la operación del radar ya instalado en Tierra del Fuego, pero no se ha dejado constatado cual será el criterio para autorizar las instalaciones de estas infraestructuras en el país. No es un asunto de chinos, británicos, estadounidenses o rusos, es una cuestión de dejar en claro bajo qué estrategia se va a orientar el criterio para la defensa de nuestra nación. Si hay una estrategia, si hay criterios claros, se evitan estos problemas de discrecionalidad del poder de turno en sus distintas jurisdicciones.

* Nicolás Promanzio, es director de Radar Internacional

Fuente: www.agendamalvinas.com.ar

Por: BDP

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